En el principio todo fue un silencio, sólo los pájaros sonaban, pero los pasos de los hombres se volvieron suaves, de repente los sonidos de motos y talleres no entraron por mi ventana para despertarme en la madrugada. En un calendario anoté con ingenuidad en color rojo "Fin del simulacro de cuarentena", pero eso jamás llego, uno a uno el trabajo, el estudio y los viajes en bus se terminaron.
En medio de ese silencio incómodo que no tenía nada que ver con la calma y más con la incertidumbre comenzaron aparecer, como manchas de sangre trapos rojos y mientras unos vecinos andaban de fiesta, otros cerraron sus puertas y abandonaron el barrio. Tomar una fotografía de estas ventanas me resultaba morboso, pero aún así las veía mientras bordaba, mientras trapeaba, mientras barría, así que comencé sin ningún tipo de perspectiva a convertirlos en bocetos y puntadas de mi bitácora donde se mezclaron con los recortes del periódico. Estos ejercicios de observación desde la ventana, y las rejas de mi casa, donde al principio e impulsada por la curiosidad comencé a observar la vida privada de mis vecinos, son los que dan a luz a Calles Vacías.
Calles Vacías es un díptico elaborado en técnica mixta donde se utilizó bordado, estilógrafo, y plumillas con tinta china para recrear mis recuerdos sobre mi barrio y diferentes lugares del municipio que recreo desde el recuerdo. Es un díptico que ofrece los dos espacios casi contrapuestos de la región, por un lado el paisaje tradicional que veía desde la ventana del bus estando cerca a la bajada de Córdoba, del otro una aglomeración urbana cargada de ladrillos cemento y tanques de agua, que recuerda a cualquier barrio, pero podemos ver en el la cafetería la nuez donde ya nadie regresó almorzar, los tamales el gordo que acompañaron mis domingos, la peluquería de Blass, lugares que a la vuelta de la esquina que alcanzo con la vista, pero que no volvieron a estar abiertos.
Observamos como la figura del hombre no tiene lugar en la ilustración solo objetos y un par de aves escondidas, solo podemos ver la presencia humana asomada en las pequeñas ventanas que muestran los espacios familiares, de una manera incluí los objetos que alcanzo a ver en las ventanas vecinas, personas que solo conozco de vista o de saludo pero que a lo largo de este periodo me he sentado a observar. La figura humana tan atractiva para dibujar no la hago partícipe en mi obra, para mostrar esta imagen apocalíptica que nos obligó a temerle al afuera, el paisaje sin hombres se muestra abarrotado de detalles para posar la mirada, pero destaca en hilo rojo el hambre, el encierro y la soledad.
Paula Alejandra Poveda Cocuy

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